-Literatura antes de la Guerre Civil 1898: Modernismo Movimiento poético iniciado por el poeta nicaraguense Rubén Darío. Intenta una renovación en la poesía: -Musicalidad y sonoridad
-Exotismo
-Cosmopolita
-Colorido
-prosa poética
SONATINA Rubén Darío
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la
princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el
color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y, vestido de rojo, piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar, ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de mayo, o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Y están tristes las flores por la flor de la corte; los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real, el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! (La princesa está triste. La princesa está pálida) ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe (La princesa está pálida. La princesa está triste) más brillante que el alba, más hermoso que abril!
-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-, en caballo con alas, hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con su beso de amor!
El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y, vestido de rojo, piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar, ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de mayo, o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Y están tristes las flores por la flor de la corte; los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real, el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! (La princesa está triste. La princesa está pálida) ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe (La princesa está pálida. La princesa está triste) más brillante que el alba, más hermoso que abril!
-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-, en caballo con alas, hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con su beso de amor!
Caracol
En la playa he encontrado un caracol de oro
macizo y recamado de las perlas más finas;
Europa le ha tocado con sus manos divinas
cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro.
He llevado a mis labios el caracol sonoro
y he suscitado el eco de las dianas marinas,
le acerqué a mis oídos y las azules minas
me han contado en voz baja su secreto tesoro.
Así la sal me llega de los vientos amargos
que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos
cuando amaron los astros el sueño de Jasón;
y oigo un rumor de olas y un incógnito acento
y un profundo oleaje y un misterioso viento...
(El caracol la forma tiene de un corazón.)
Lo fatal
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
-Generación del 98: Un grupo de escritores (Unamuno, Valle Inclán, Azorín, A. Machado, Pío Baroja.)
Filosofía Tema de España y Castilla.
Antonio Machado
A un olmo seco
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Azorín
" No
puede ver el mar la solitaria y melancólica Castilla. Está muy lejos el
mar de estas campiñas llanas, rasas, yermas, polvorientas; de estos
barrancales pedregosos; de estos terrazgos rojizos, en que los aluviones
torrenciales han abierto hondas mellas; mansos alcores y terreros,
desde donde se divisa un caminito que va en zigzag hasta un riachuelo.
Las auras marinas no llegan hasta esos poblados pardos de casuchas
deleznables, que tienen un bosquecillo de chopos junto al ejido. Desde
la ventana de este sobrado, en lo alto de la casa, no se ve la extensión
azul y vagarosa; se columbra allá en una colina con los cipreses
rígidos, negros, a los lados, que destacan sobre el cielo límpido. A
esta olmeda que se abre a la salida de la vieja ciudad no llega el rumor
rítmico y ronco del oleaje; llega en el silencio de la mañana, en la
paz azul del mediodía, el cacareo metálico, largo, de un gallo, el
golpear sobre el yunque de una herrería. Estos labriegos secos, de faces
polvorientas, cetrinas, no contemplan el mar; ven la llanada de las
mieses, miran sin verla la largura monótona de los surcos en los
bancales. Estas viejecitas de luto, con sus manos pajizas, sarmentosas,
no encienden cuando llega el crepúsculo una luz ante la imagen de una
Virgen que vela por los que salen en las barcas; van por las callejas
pinas y tortuosas a las novenas, miran al cielo en los días borrascosos y
piden, juntando sus manos, no que se aplaquen las olas, sino que las
nubes no despidan granizos asoladores. "
"¡Soria fría, Soria pura, cabeza de Extremadura, con su castillo
guerrero arruinado, sobre el Duero; con sus murallas roídas y sus casas
denegridas!
Antonio Machado.
La documentación que poseo acerca del topónimo Extremadura me dice
que procede del latín "extrema durii" y que significa literalmente
"frontera del Duero".
En el antiguo reino de León parece que se denominaban así a las tierras más allá del río Duero que iban conquistando. Durante tiempo parece ser que a Salamanca también se le denominó así.
De esta información, saco en conclusión que tal vez el excelso poeta Antonio Machado al nombrar a la bella ciudad de Soria como "cabeza de Extremadura" se refiriese a que las aguas del Duero, que empiezan su curso en los picos de Urbión, fueran las que daban comienzo a la zona llamada "Extrema Durii" es decir, a la "frontera del Duero".
Españolito que vienes al mundo
En el antiguo reino de León parece que se denominaban así a las tierras más allá del río Duero que iban conquistando. Durante tiempo parece ser que a Salamanca también se le denominó así.
De esta información, saco en conclusión que tal vez el excelso poeta Antonio Machado al nombrar a la bella ciudad de Soria como "cabeza de Extremadura" se refiriese a que las aguas del Duero, que empiezan su curso en los picos de Urbión, fueran las que daban comienzo a la zona llamada "Extrema Durii" es decir, a la "frontera del Duero".
Españolito que vienes al mundo
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Este poema dice en estos ocho versos todos los problemas de España
¿Un coche de carreras es más bello que la Victoria de Samotracia?
el autor de esto es: Marinetti
Mi corazón tendría la forma de un zapato
si cada aldea tuviera una sirena.
Pero la noche es interminable cuando se apoya en los enfermos
y hay barcos que buscan ser mirados para poder hundirse tranquilos.
La generaciòn de Escritores:
- Federico Garcìa Lorca
- Rafael alberti
- Vicente Alexander
- Gerardo Diego
- Manuel
- Luis Cerruta
NIÑA AHOGADA EN EL POZO
(GRANADA Y NEWBURG)
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
pero sufren mucho más por el agua que no desemboca.
Que no desemboca.
El pueblo corría por las almenas rompiendo las cañas de los pescadores.
¡Pronto! ¡Los bordes! ¡Deprisa! Y croaban las estrellas tiernas.
...que no desemboca.
Tranquila en mi recuerdo, astro, círculo, meta,
lloras por las orillas de un ojo de caballo.
...que no desemboca.
Pero nadie en lo oscuro podrá darte distancias,
sin afilado límite, porvenir de diamante,
...que no desemboca.
Mientras la gente busca silencios de almohada
tú lates para siempre definida en tu anillo,
...que no desemboca.
Eterna en los finales de unas ondas que aceptan
combate de raíces y soledad prevista,
...que no desemboca.
¡Ya vienen por las rampas! ¡Levántate del agua!
¡Cada punto de luz te dará una cadena!
...que no desemboca.
Pero el pozo te alarga manecitas de musgo.
insospechada ondina de su casta ignorancia,
...que no desemboca.
No, que no desemboca. Agua fija en un punto,
respirando con todos sus violines sin cuerdas
en la escala de las heridas y los edificios deshabitados.
¡Agua que no desemboca!
SE
EQUIVOCÓ LA PALOMA
Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
Rafael Alberti.
El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?
acá?
Branquias quisiera tener...
Branquias quisiera tener
porque me quiero casar.
Mi novia vive en el mar
y nunca la puedo ver.
Madruguera, plantadora,
allá en los valles salinos.
¡Novia mía, labradora
de los huertos submarinos!
¡Yo nunca te podré ver
jardinera en tus jardines
albos del amanecer!
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